Una pequeña gigante para el baloncesto colombiano

Por Fredy Alexander Pulgarín Serna

Con 1.63 metros de estatura y tan solo 16 años, Ana María Ospina Castrillón se ha caracterizado por ser una grande del baloncesto antioqueño, una referente para muchos niños que buscan, a través del deporte de la pelota naranja, seguir creciendo y transformar sus vidas.

La primera profesora de baloncesto de Ana María Ospina Castrillón fue su mamá, doña Jenny, pues precisamente ella, quien desde muy pequeña también jugó baloncesto en diferentes canchas de barrio en Medellín, fue quien incentivó a toda su familia de siete hijos a encontrar en el deporte una oportunidad para distraerse, y tal vez, asumirlo como proyecto de vida.

A sus 16 años, Ana María hace parte de las selecciones Antioquia y Colombia de baloncesto y fue, en 2019, la figura del equipo Talentos Inder Medellín en el título del Baby Baloncesto del Festival de Festivales de la Corporación Los Paisitas. Hoy sueña con llegar a las grandes ligas, tal vez a las universitarias de Estados Unidos y lograr una beca para que, a través del deporte, pueda cumplir ese otro sueño que la acompaña que es estudiar Medicina.

El entrenador Juan Carlos Posada recuerda que la conoció en una convocatoria del proyecto Desarrollo Deportivo del Inder Medellín en el barrio Manrique San Blas. Ella venía de la Escuela Popular del Deporte de Granizal, “cuando yo vi que entró caminando, con su uniforme y el balón en sus manos, le dije a mi compañero Javier Mosquera, esa niña es buena armadora”. Ana María tenía en ese entonces 11 años, y a pesar de su estatura, comenzó un proceso en el que siempre se destacó en todos los eventos que participó: tres torneos del Baby, de los cuales ganó dos.

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“Cuando yo era pequeña mi mamá y mis hermanos practicaban baloncesto, y por eso mi amor por el deporte, yo empecé en la Fundación Aros de Esperanza, me fue muy bien, empecé a aprender rápido y gracias a Dios ya he podido hacer este recorrido”, dice la deportista, quien, a pesar de su corta edad, se ha destacado en diferentes equipos de la Fundación, Desarrollo Deportivo y Talentos Medellín del Inder y el Club Aba.

A su mamá, la compañera fiel en este proceso formativo, le tocaron otras épocas del deporte: “nosotras jugábamos en el colegio, por la casa, en torneo de barrio y cuando salía, ella se iba conmigo. Luego, como vivíamos al frente de una cancha de baloncesto, ella se mantenía ahí y de un momento a otro, estaba jugando muchísimo, así fue como aprendió”.

Y es que Ana María ha demostrado ser una buena aprendiz, sus condiciones la han llevado a ser un referente del baloncesto en el Festival de Festivales, “fue protagonista en los tres años que participó, siempre terminaba armando y a pesar de que los equipos la referenciaban muy bien, siempre se salía con las suyas. En la final de 2019 marcó 30 puntos”, dice el profe Juan Carlos, que además de acompañarla en todo su proceso del Inder hasta los 14 años, sigue a su lado como entrenador en el Club Aba del que actualmente hace parte.

Hoy en día, Ana María hace parte de Talentos Medellín, un programa del Inder que apoya a deportistas con proyección al alto rendimiento. “A pesar de que llevamos poco en el proceso, me ha ido bien, hemos conocido muchas personas buenas que nos han ayudado mucho”, afirma.

Son muchos los profesionales que deben hacer parte en ese paso de la formación deportiva a la alta competencia en un deportista, para que realmente se potencie como debe ser “ella es una de las mejores, pero eso depende de muchas otras personas, uno dice y sabe que es buena, pero son los profesores los que identifican su potencial y la forma en que debe seguir trabajando”, dice su mamá, quien durante la pausa por la pandemia se ha mostrado incrédula en el avance del proceso de su hija, pero que a pesar de eso, insiste en acompañarla.

“Su familia también tiene mucho que ver en el proceso, pues a pesar de las dificultades en el barrio donde ha crecido, su familia ha podido incentivar el deporte, siempre juntos en familia. En la casa todos son muy queridos, son el reflejo de lo que es Ana, y han buscado siempre encontrar en el deporte un refugio para sus vidas”, dice con mucho orgullo Juan Carlos, quien además confirma que, entre los hermanos, siempre se ayudan.

De su parte, doña Jenny afirma que “Juan Carlos y Javier siempre les han dicho que deben ser juiciosas en el colegio para que les vaya bien el deporte. Ana María siempre ha sido responsable, llega de entrenar y se pone a hacer las tareas y esa dedicación le ha permitido rendir en ambos contextos”.

Precisamente, esa responsabilidad es la que le ha permitido a Ana ser la deportista que hoy es: “una niña muy callada, centrada, educada, una persona que acepta cualquier concejo, cualquier corrección. Es pilosa y respetuosa, no recuerdo un solo partido en que se haya salido de la ropa, o que alguien diga que no la soporta. Ana María es positiva, centrada, receptiva”, dice el entrenador exagerando en su definición de la deportista, pero que da muestra del amor y respeto por una pequeña que proyecta todos esos valores, mientras apenas cursa décimo grado en el colegio Nuevo Horizonte del barrio Popular1 de Medellín.

Entrenadores, padres, hermanos, amigos y compañeros son las personas que hacen parte de la proyección de una deportista como Ana María, quien ha encontrado en esos soportes de su vida la compañía perfecta para avanzar en su proyecto deportivo. “No tengo hijos, pero lo más parecido que tengo a ellos son mis jugadores, es una relación paternal cien por ciento, yo muchas veces le digo a Ana que la quiero mucho”, dice el entrenador. El soporte más grande de vida, es decir, su mamá, dice “me siento muy orgullosa de ella, mi motivación era sacar a mis hijos en el deporte, yo no tuve una juventud en la que pude hacer bien mi deporte, ella sí, por eso le insisto que aproveche estas oportunidades que el baloncesto le da”.

Y esas oportunidades, a veces tan escasas, continúan latentes en la deportista, quien sigue trabajando de manera comprometida tras su sueño de llegar a las grandes ligas del baloncesto, tal vez en suelo estadounidense, donde también quiere alcanzar una beca para estudiar Medicina y así cumplir sus dos sueños.

Este perfil hace parte del trabajo Camino al éxito deportivo: tres campeones que, desde el Festival de Festivales en Medellín, empezaron a construir su historia, proyecto periodístico para optar al título de Especialista en Periodismo Deportivo de la Escuela Nacional del Deporte.

Ver proyecto completo: Camino al éxito deportivo

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