A un auténtico Maestro

Por: Santiago Manuel Martínez Mendoza, socio de Acord Antioquia.

Desde el día en que nos conocimos, lo traté con respeto y admiración. Yo era apenas un animador de tribunas y usted, era ya un grande de nuestra radio.

Ha sido usted un hombre que trasciende y hace trascender siempre a quienes están alrededor. Temprano me di cuenta de que a medida que Ud. hablaba, iba grabando huella en quien lo escuchaba.

“Wbeimar lo dice, una voz libre en el deporte”. Vi la alegría que su cara irradiaba al notar que uno hacía algo de manera correcta, tal como lo había sugerido su paternal sabiduría.

Nació usted, en Sevilla, Valle, el miércoles 18 de agosto de 1943, día en el que las iglesias católica, luterana y ortodoxa celebran a Santa Helena, Emperatriz de Constantinopla. Hoy, la Asamblea Departamental de Antioquia lo exalta por haber logrado ser uno de los grandes periodistas deportivos de todos los tiempos en Colombia, dueño de una extensa y excelente trayectoria en los medios, reconocido con los premios Rey de España, Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Premio Acord, entre otros.

La vida me premió permitiéndome trabajar con usted. Fui y soy su discípulo en la luz y en la sombra. Me veo organizando el espectáculo en la tribuna solo como una manera cariñosa de presentarlo. Usted siempre tenía presente una máxima, bien fuera al principio, en el medio o al final del Programa. Ordenaba el juego como un ajedrecista supremo. Estructurado, gracias a sus lecturas y viajes, apelaba a la memoria con la virtud de la experiencia. Nos encargaba las tareas confiando en nosotros, a pesar de nuestros errores.

Usted siempre ha sido un profesional confiable. Con la famosa Carta a Juancho Pueblo le hablaba al hombre común,con justa crítica y benevolente ponderación. Con ella, usted era un dramaturgo que sabía leer el teatro de la calle y editorializaba el juego representándoselo a los escuchas con precisión. Ya lo decía Demócrito: “Un hombre solo, es para mí el pueblo; y todo el pueblo, es un solo hombre”. De usted aprendí que el comentarista debe ver con agudeza y conocimiento para hacer la mejor lectura y describir lo más precisa y elegantemente, con el propósito de llegar no solo a la mente, sino también al corazón de la audiencia. Todavía resuena el eco “Con los ojos en la cancha, y el corazón en los oyentes”.

Ante un micrófono, hay que saberse expresar con elegancia y apelando al dibujo de la jugada. Si El Paisita de Oro, Múnera Eastman, me enseñó a amar con profundidad a Antioquia, con usted me hice observador y analista del juego del fútbol. Luego obtuve un premio, aún mayor, al ser su compañero de juergas. Y, llegados a este punto, déjeme decirle que me recuerda usted a Séneca en sus cartas a Lucilio, cuando le dice que el maestro, aunque se contenta consigo mismo, no obstante quiere tener un amigo, cuando no por otra cosa, simplemente por ejercitar la amistad. Desde entonces, eso hemos sido usted y yo, verdaderos amigos. Usted siempre ha sido un maestro que jamás posó de lo que sabe ni se aprovechó de ello. Su relación con el otro busca siempre la horizontalidad. Se mantuvo invicto ante el paso de los años: “Wbeimar lo dice, una voz libre en el deporte”.

Me honra mucho recordar que después de mis primeras salidas internacionales hubiéramos compartido el oficio de comentarista. No sabe cuánto le agradezco que entre Múnera y usted propusieran mi nombre para comentar mundiales juveniles, que me prepararon para torneos mayores. Gracias a sus enseñanzas y a las del Paisita de Oro, tuve la fortuna de cubrir 5 mundiales de fútbol.

Termino estas sentidas palabras diciendo que para un alma grande, nada es grande. Porque eso será siempre usted, amado maestro Wbeimar Muñoz Ceballos: un alma grande, que supo trascender e hizo trascender a sus discípulos.

¡Infinitas gracias, maestro!

Audio con las declaraciones de Wbeimar Muñoz.

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