De crímenes y pandemias: la única vez que se paró el fútbol en Colombia

Por: Santiago Rendón

El COVID-19 le dio un vuelco a la vida de la sociedad mundial, incluyendo las competiciones deportivas que se organizan en cada país. Por primera vez en la historia, el fútbol se detuvo en todo el planeta para mitigar una pandemia, exceptuando las ligas de Nicaragua, Bielorrusia, Burundi y Tayikistán, naciones que han hecho caso omiso a las recomendaciones de las federaciones para preservar la seguridad de los jugadores.

Sin embargo, aunque es la primera vez que el balón deja de rodar por causa de un virus, ya lo había hecho por cuenta de un enemigo tan despiadado como cualquier enfermedad mortal: la violencia. Según cifras de la ONU, solo en 2017, 464.000 personas fueron asesinadas en todo el mundo, sin contar los 89.000 que perdiendo la vida en medio de conflictos armados.

La cifra es escalofriante y se ha convertido en una causa de fuerza mayor para frenar el fútbol en varios lugares del mundo. La competencia de balompié de los Juegos Olímpicos, así como las demás modalidades deportivas, no se disputó en 1916 tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, ni en 1944, cuando la guerra comenzó en Alemania con Hitler a la cabeza.

Y para no irnos muy lejos de casa, en 1989 el Fútbol Profesional Colombiano se canceló tras el asesinato del árbitro Álvaro Ortega.

El año más oscuro

Justamente en 1989, el narcotráfico hizo estallar una guerra en Colombia que puso al gobierno contra las cuerdas y mostró el rostro de Pablo Escobar como el más sanguinario en la historia reciente del país.

Parecía que los carteles de Medellín y Cali no tenían límites; carrobombas, el asesinato del precandidato presidencial Luis Carlos Galán, el estallido del vuelo 203 de Avianca en el aire que dejó 110 muertos, el atentado al edificio del DAS con 63 víctimas y la masacre de La Rochela son apenas algunos de las escenas que llevaron a los colombianos a vivir dentro de una película de terror.

Pero, pese a todos estos hechos, Colombia aún tenía un torneo de fútbol, el cual rondaba por su edición 42. América había sido el mejor equipo, tanto en el Apertura como en el Finalización, y pintaba como serio candidato a quedarse con la estrella a final de año.

Nacional venía de lograr su mayor hazaña: el título de Copa Libertadores, y también esta clasificado a las finales en el torneo local. Sin embargo, cuando se estaba disputando el repechaje entre el cuadro ‘Escarlata’, el verde, Medellín y Unión Magdalena, el balón se manchó de sangre y obligó a una inédita cancelación del torneo.

Y es que el 15 de noviembre, el árbitro Álvaro Ortega fue asesinado después de haber hecho las veces de juez de línea en el empate a un gol entre Medellín y América en el Atanasio Girardot.

Tres semanas antes, Ortega había pitado el duelo entre ambos equipos en Cali, juego en el que anuló un gol a favor del DIM al considerar que hubo jugada peligrosa. El partido lo ganó América 3-2, pero Pablo Escobar considero que aquella jugada invalidada fue un robo, por lo cual mandó a asesinar al árbitro, quien recibió 10 disparos en un restaurante cercano al hotel donde se estaba hospedando.

Podría decirse que Ortega recibió su sentencia al ser confirmado por la Dimayor para el partido en Medellín, aunque ninguna afirmación cambiará el rumbo de un campeonato que marcó de forma negativa la historia del fútbol en Colombia.

Ahora, 31 años después de aquella tragedia, el Apertura podría seguir el mismo rumbo, pues el COVID-19 ya cobró 196 vidas en el país y hay registrados más de 4.000 infectados. Eso, sumado a las declaraciones del gobierno nacional y a la decisión de cancelar los eventos masivos, va dejando sin aire a un campeonato que parece inviable en medio de la pandemia.