Paso a paso: al interior de una carrera atlética

Por: César Augusto Prieto

Agencia Informativa Acord Antioquia

A pesar que pueden ser más de 10 kilómetros lineales, en muchos momentos no hay espacio para tanta gente, parodiando ese tema musical y salsero. Antes de iniciar, en los famosos corralitos, asalta la duda si no era mejor haber llevado o usado tapabocas, o en la eterna fila para los baños, donde los runners desocupan su ansiedad y de pronto un diurético café tomado para entrar en calor.

Claro que no es lo mismo correr a solas en un parque o por las mismas calles o aceras de una ciudad al amanecer; no, para nada. Pagar el cupo o conseguir uno de cortesía, transporta al corredor de una versión recreativa, a sobrevivir entre la variada fauna que conforma esa masa multicolor que se puede apreciar como una gran mancha en movimiento, desde el helicóptero de la transmisión, un puente, claro, el de la 53 con carrera 30 , o desde algún edificio ubicado sobre la ruta.

Una ruta en la que la frase de Pacho Maturana, la de “se juega como se vive”, o en este caso, se corre para sobrevivir, se patenta pues se debe lidiar con todo tipo de personas, quienes se clasifican previamente por edades y distancias, pero finalmente terminan mezclados en el pavimento, incluso en las aceras donde algunos buscan atajos, dando codo o tropezando al vecino de adelante …

Nuevas vías para el que salió con todo a romper el cronómetro; o el grupo de amigos que no se quieren perder una fiesta de ciudad y tratan de seguirse el paso el uno al otro y las personas mayores quienes demuestran que pueden más las ganas que las canas; lo que rompen el protocolo y usan camisetas de diversos patrocinadores y no la oficial entregada en el generoso kit, además de miles que le dan forma a una nueva modalidad del atletismo de calle: trotan 100 metros y caminan 500 para alcanzar al que sí fue a correr…

Quienes van a lucir sus formas corporales y estado físico, o asisten con tenis especializados o las más chuecos encontrados en el closet, los que llevan el celular amarrado en un brazo para escuchar música, revisar algún registro o simplemente porque el móvil es una parte más de su humanidad y otros más que simplemente, a sabiendas de que nunca entrenaron para la prueba, salen a caminarla, de la a la z, pues igual les dan su medalla y obvio, hacen un estorbo mortal;  uno que otro con coche y bebé a bordo y no falta el que lleva al perro así no exista esa opción en las inscripciones…

Y  por supuesto, los que no cruzan la raya de sentencia víctimas de sus zapatos o una dolencia muscular; o siendo más honestos, porque se les fue el aire a los 2.600 metros de nuestra Ciudad Capital, tampoco subieron el puente y simplemente cruzaron la acera para tomar el grupo de regreso hacia la meta, o el que no aguantó y buscó alguna pared solitaria para desaguar… mientras algún coleccionista de números y medallas se jacta el lunes de su tiempo chip y del próximo reto…

No sería raro entre las motivaciones para cumplir el recorrido, a quien no se rindió llevando en su corazón la memoria de un cercano fallecido y algunas de carácter religioso con promesas al santoral, estilo Monserrate, o el oficinista que no pudo sacarse de la mente los pendientes de la semana y así, se le hizo más ligero y veloz su viacrucis.

Alguien me señaló y no desprovisto de lógica, que para algunos, tales competencias o como se les quiera decir, tienen un cierto tufillo de esnobismo pero ahí si como en la misa, cada cual con su conciencia, pues si algo es universal en este heterogéneo mundillo del atletismo de calle, es que la convicción mental de cada corredor y esa lucha casi permanente por tirar la toalla y detenerse a buscar una cerveza fría es un reto que de por sí merece una medalla…

Al final, cada quien para su casa a dosificar analgésicos, tomarse una ducha tibia prolongada, y arrancar una semana con dolorcillos y cansancio acumulado; aguardando a ver si el bolsillo alcanza para una próxima vez, fue su debut y despedida, analizar otra palabra de moda (léase senderismo) y por supuesto, la foto de rigor en las redes sociales para contarle a nuestras audiencias, que sí ! Alguna vez también nos sentimos héroes.

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