El hockey subacuático colombiano es referente en el mundo

Por Fredy Alexander Pulgarín

Dos jóvenes antioqueñas se destacan en Colombia por llevar esta disciplina a otro nivel, tanto que ya fueron subcampeonas del mundo y continúan su preparación, aún en pandemia, para seguir llevando en alto los colores del país en esta actividad subacuática.

Como en el fútbol, a los ingleses se les atribuye la génesis del hockey subacuático, un deporte joven, poco conocido y practicado, que tuvo su primer mundial en Canadá en 1980 y que llegó a Colombia por allá en 1992. Casi treinta años después, se practica más en el país, pero sigue recibiendo insuficientes recursos para su desarrollo deportivo, tanto públicos como privados. A pesar de esto, quién lo creyera, el hockey subacuático colombiano es potencia mundial.

Valentina Rodríguez y Mariana Jiménez son dos hockistas nacidas en barrios de Medellín, La América y Robledo respectivamente, donde las piscinas son escasas, pero tal vez los sueños de quienes quieren salir adelante desbordan cualquier realidad. Hoy, a sus 19 años, son subcampeonas del mundo de esa disciplina y en sus sonrisas guardan anhelos que no les quedarán grandes, así como esos entrenamientos sin piletas que han tenido que hacer por la pandemia y que seguramente tendrán que llevar hasta noviembre de este año.

Ambas tienen muchas cosas en común: hacen parte de la selección Colombia de hockey subacuático, convirtieron la práctica de su deporte en un proyecto de vida, lograron un subtítulo del mundo y recibieron por parte de la Alcaldía de Medellín becas para sus estudios universitarios.

De acuerdo con Felipe Hoyos, director deportivo del Club de Actividades Subacuáticas Galápagos, al que pertenecen las atletas, el proceso con este deporte inició en las Escuelas Populares del Deporte hace tan solo cinco años, con impacto en las comunas 7, 11 y 12 de Medellín, zonas de estratos 1, 2 y 3, aspectos complejos para una disciplina tan costosa. Las EPD hacen parte de la política pública en temas deportivos, que nació hace dos décadas, complementando cobertura con programas de especialización, es decir, con disciplinas específicas para jóvenes entre 11 y 18 años. Trabajo del deporte base con recursos públicos, tan importante cuando se proyectan procesos deportivos serios y con resultados a largo plazo.

El profesor Fredy Miranda fue el encargado de arrancar con este proceso que lleva cuatro años, un inicio complejo, con insuficientes recursos y credibilidad, pero que, con esfuerzo y dedicación, no solo de las deportistas, sino de sus familias y las personas que han estado alrededor del mismo, ha entregado al país importantes logros internacionales.

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Valentina Rodríguez, la capitana de la selección Colombia, dice que se acercó a las EPD buscando cupo en algún deporte, cualquiera, pues su familia le recomendó “moverse” para que bajara de peso, estaba por llegar a sus 15 años y debía estar en buena forma para la ocasión. Mariana, de su parte, se metió a las piletas detrás de un niño que le gustaba mucho, pero en las piscinas encontró lo que se convertiría en su amor para siempre, el hockey subacuático.

Valentina y Mariana fueron subcampeonas del Mundial en la categoría Sub 19, realizado por la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) en Sheffield, Inglaterra, en 2019, pero casi nadie sabe lo difícil que fue llegar hasta ahí. ¿La razón? La misma que tanto afecta el deporte colombiano: la escasez de recursos.

Valentina recuerda que, a los dos años de iniciar en el hockey, “apareció” la posibilidad de asistir al Mundial Australia 2017. No pudo ir porque no reunió el dinero para su viaje. Allí, la selección Colombia Sub 19 alcanzó el cuarto lugar.

Para Inglaterra 2019, la meta se la trazó con muchos meses de anticipación, “vendimos boletas, paletas, arroz con leche, sanduches, obleas, gomitas… de todo lo que se atravesara para poder ir”. Y fue por esa misma época cuando apareció el apoyo del Team Medellín, hoy Talentos Medellín, programa que brindó a las seleccionadas de Antioquia apoyo psicológico, nutricional y lo más importante, el dinero para comprar el tiquete para el viaje al Viejo Continente.

El orgullo que siente Mariana por su Club Galápagos no se compara con nada. “El Club es mi familia, allí he crecido como persona y como deportista y eso no se puede comparar con nada”. Y es que precisamente ese trabajo integral de los clubes organizados es la base del deporte de nuestro país, el que permite que los deportistas puedan reconocerse como personas que le aportan a la sociedad.

“Nuestro Club se caracteriza porque siempre inculcamos que, a la par del hockey, deben ser buenas personas, que dignifiquen sus vidas. En el deporte es fundamental la apuesta de potenciar el desarrollo de las personas, no solo como deportistas sino como seres humanos. Las niñas van a acabar su vida deportiva, su pico de rendimiento en algún momento termina, pero la educación logra potenciarlas para que sean mejores cada día”, argumenta Felipe Hoyos, con la tranquilidad de un proceso bien hecho desde el Club.

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En agosto de este año, sí, durante la pandemia, la Agencia de Educación Superior de Medellín anunció la entrega de becas a 63 deportistas de Medellín con proyección al alto rendimiento, en las que se incluyen las de Valentina y Mariana, otras tres compañeras hockistas y una badmintonista. “Me siento muy orgullosa, es como si este apoyo fuera el pago a todo el sacrificio que hemos hecho durante este tiempo, pues nos ha tocado muy duro”, dice Mariana, quien ya cursa el primer semestre de Fisioterapia en la María Cano, que además alterna con la Licenciatura en Educación Física en la Universidad de Antioquia.

Valentina siente que la beca es gracias a todo lo que ha logrado como deportista, “no había empezado a estudiar porque no lo tenía claro y porque estuve enfocada en el Mundial”. Le gustan los animales, y por eso hoy se encauza también en su carrera de Medicina Veterinaria en la Uniremington.

Estudiar sigue siendo en este país un privilegio para pocos, más cuando las ocupaciones laborales o en este caso, deportivas, implican muchos más esfuerzos que los meramente económicos. “Yo no tenía recursos para estudiar en la universidad privada, cuando me salió esto: ¡qué alegría! Todo el sacrificio de este tiempo ha valido totalmente la pena. Estudiar así es un gran reconocimiento y es el resultado de esa medalla que ganamos”, dice la zurda Valentina, una característica tan escasa en este deporte, que le valió además para ser reconocida como la deportista revelación en Shefield.

El deporte es una escuela de valores, no solo de triunfos, al fin y al cabo, las derrotas pueden dejar más enseñanzas de vida, desde la formación, desde el ser… Y en un camino tan difícil como el de las hockistas subacuáticas antioqueñas, no cabe duda de que los resultados se logran desde procesos deportivos integrales, donde no solo es importante ser un buen deportista.

Lee la quinta edición de la revista digital Medio Tiempo de Acord Antioquia.

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